'Parthenope' – 4 claves para entender la nueva obra de Paolo Sorrentino


Hay algo en la belleza, Paolo Sorrentino lo sabe. Se mira, se desea, se evoca, se intenta retener... pero la belleza, como la juventud, tiene tendencia fugaz, y Paolo Sorrentino, que lo sabe, hace de su cine NO el intento de plasmar esos estados, sino de orbitarlos, porque es la única manera de estar junto a ellos. Con 'Parthenope', vuelve a Nápoles (donde 'Fue la mano de Dios') para sumergirse en un nuevo estado de ánimo, algo parecido a un recuerdo.

'Parthenope' es una película que se entrega a lo etéreo con devoción religiosa. Nos propone intimar con la belleza, que por su naturaleza, siempre nos es ajena tanto así como un mito, como aquel verano, como la propia Parthenope.

1. Nápoles, la gran belleza


Sorrentino regresa a su ciudad, Nápoles, pero lo hace desde un lugar más íntimo que en 'Fue la mano de Dios'. Si aquella era una autobiografía emocional sobre su duelo paterno, 'Parthenope' es un intento de atrapar el espíritu femenino de una ciudad imposible de contener. La ciudad, como ya ocurría con Roma en 'La gran belleza', es personaje, madre y mito. El director reconoce haber vivido allí 37 años sin llegar a conocerla del todo. Desde esa melancolía nace la película, entre la devoción estética y el existencialismo.

2. Una mujer, un mito


Me llamo Parthenope, no tengo vergüenza”. La frase introduce a la protagonista y da el tono a toda la película: una épica femenina bañada por el síndrome de Stendhal. Una película ensimismada, bellísima, incontrolable. Sorrentino construye a su heroína como una mujer que representa alguna suerte de encarnación de lo sublime. Ella atraviesa la cinta con libertad, pero también cargando con el peso de todo lo que conlleva ser ella misma. Parthenope es la representación de lo que Sorrentino no dice con palabras sobre esta otra ciudad que ahora mitifica.

3. Entre la melancolía y la seducción


Sorrentino cultiva una oscilante forma de mirar el mundo entre la ironía y la veneración. En 'Parthenope' esa mirada es más afinada: en esta Nápoles, la belleza no se impone hasta aturdir, sino que más bien se desliza, se filtra. El propio director confiesa que siempre le gusta seducir con sus películas, y aquí, que también lo hace, lo hace con cierta prudencia. La cinta roza lo ceremonial, lo sensorial, lo íntimo. Y es estilizada como uno de esos anuncios de moda y perfumería italiana, sí, pero es uno que da visibilidad a todos aquellos que habitan en los márgenes de este anuncio.

4. La fuente de la efímera juventud

Más que una historia de juventud, 'Parthenope' es una meditación sobre el momento exacto en que la juventud deja de ser presente para convertirse en recuerdo. Para el director, la búsqueda de un lugar en el mundo está plagada de hedonismo, de deseo, de momentos bellos, y aquí están filmados con una cámara entregada a lo efímero. Sorrentino cuenta todo desde la belleza de la juventud, porque sabe que ahí, pese a todo, también habita la tristeza. El resultado es una película que recuerda más al Sorrentino que se hizo popular en los Oscar, al que le gusta desbordar, al nostálgico, al poeta.


'Parthenope' nos confirma que, para Paolo Sorrentino, la belleza no es un destino, sino un estado pasajero que solo puede habitarse en tránsito. Como el mito de la sirena que da nombre a su protagonista, el film canta y encandila, pero aunque creas que eres tú quien lo ha atrapado, es la película quien te tiene atrapado a tí, como la propia Nápoles, que no tiene dueño.

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