Antes de que Christopher Reeve se convirtiera en la imagen definitiva del Hombre de Acero, otro actor (con un apellido curiosamente parecido) fue elegido para el papel del superhéroe en la ficción. George Reeves fue el rostro de Superman en la serie 'Adventures of Superman' (1952-1958). Su físico, su estatura de 1,85 metros y su envergadura corporal, le valieron para el papel del, por entonces, superhéroe más famoso del mundo, a pesar de que su carrera en el cine no había sido especialmente brillante. Aun así, su trayectoria era destacable, ya que en su palmarés se encontraba el haber participado en películas como 'Lo que el viento se llevó' (1939) y 'De aquí a la eternidad' (1953), aunque en papeles secundarios.
La serie de televisión en la que encarnó a Superman se convirtió en un autentico fenómeno cultural, emitiéndose durante siete años sin interrupción y alcanzando tal popularidad que incluso el emperador de Japón, Hirohito, le envió una carta de admiración. Sin embargo, a pesar del éxito, Reeves nunca logró despegar en su carrera como actor más allá de este icónico personaje.
El Superman que no podía volar
A pesar de su enorme popularidad, George Reeves nunca logró desprenderse de la capa de Superman. Aunque su rostro era reconocido en todos los lugares, su carrera no avanzaba más allá del icónico papel que lo encasilló. Cuando la serie de televisión del Hombre de Acero llegó a su fin tras seis años en antena, Reeves creyó que finalmente podría abrirse camino en nuevos proyectos. Sin embargo, en cada audición a la que se presentaba, lo desestimaban. Su imagen estaba irremediablemente ligada al superhéroe, y la industria no quería contar con el actor que era reconocido como Superman.
Esta frustración derivó, según cuentan, en un progresivo deterioro emocional. Se dice que Reeves se obsesionó con el personaje de Superman hasta el punto de perder la cordura y se sostiene que, en una de estas, convencido de que realmente podía volar, se lanzó desde la ventana de un rascacielos. El trágico suceso acabó con la defunción del actor y los medios de comunicación se hicieron eco.
Un hombre no tan de acero
A pesar de que esta es una noticia más que extendida, lo cierto es que Reeves NO murió al caer de una ventana, sino por un disparo en la cabeza; y la historia detrás de este suceso puede ser incluso más sórdida que la otra si cabe. El cuerpo de Reeves fue hallado en su cama con una pistola Luger de 9mm junto a él. La versión policial dictaminó suicidio, pero las circunstancias de su muerte siempre han sido consideradas más que sospechosas.
Y es que en esta historia, existe un hecho precedente de cierta importancia. En los meses previos, Reeves había denunciado ante la comisaria que recibía llamadas anónimas amenazantes y, según se conoce, todo podía deberse a que estaba involucrado en un peligroso triángulo amoroso con Toni Mannix, esposa de Eddie Mannix, un poderoso ejecutivo de la productora Metro Goldwyn Meyer con vínculos con la mafia.
A todo esto se suma su relación con Leonore Lemmon, una socialité estadounidense conocida por ser la que debía ser la prometida (públicamente) de George Reeves en el momento de su muerte. Se especula que su relación con Reeves estaba marcada por discusiones y excesos con el alcohol. La noche del 16 de junio de 1959, la que Reeves fue encontrado muerto en su casa, se dice que Lemmon estaba en el domicilio en ese momento junto con otras personas; tras la muerte de Reeves, su comportamiento generó sospechas, ya que se dice hacia comentarios fríos e incluso bromas sobre la situación. También se considera que alguien más de los invitados en la casa pudo haber estado involucrado.
Las posibilidades sobre un posible asesinato existen, y además, se encuentran más que alimentadas por inconsistencias en la escena del crimen y, sobre todo, por la falta de información sobre el caso.