Cuando 'Poltergeist' (1982) llegó a los cines, no hubo público que no quedara atrapado por esta particular historia de fantasmas que combinaba el terror clásico con un puntero despliegue técnico incluso demasiado moderno para los tiempos que corrían. La película fue un proyecto muy personal para su productor, Steven Spielberg, quien aseguraba haber vivido en su domicilio su propia experiencia paranormal tras la muerte de su padre: cristales rotos, ruidos e incluso la clásica mecedora que se movía sola. Se cuenta que su implicación en el rodaje de la película fue tal que no dejó de supervisar cada detalle en todos los ámbitos, hasta el punto de que muchos cuestionan si el verdadero director fue Tobe Hooper o, en realidad, el propio Spielberg.
El éxito en taquilla dio pie a dos secuelas, pero lo que comenzó como una ficción de terror terminó dando lugar a una historia aún más inquietante fuera de la pantalla. Varias muertes trágicas entre los miembros del reparto alimentaron la teoría de que la saga estaba maldita, haciendo imposible su continuación con más películas.
Una saga de terror maldita
Uno de los elementos que alimentó la idea de esta supuesta maldición fue la temprana muerte de Heather O’Rourke, la niña protagonista de la trilogía, que con solo 12 años falleció por complicaciones derivadas de una obstrucción intestinal. Su hermana en la ficción, Dominique Dunne, también tuvo un destino trágico: fue estrangulada por su pareja en 1982, poco después del estreno de la primera película. A esto se sumaron las muertes de Julian Beck y Will Sampson, ambos actores de 'Poltergeist II' (1986), a causa de un cáncer de estomago el uno y de problemas cardiacos el otro.
La acumulación de estos eventos desató rumores sobre una posible venganza por parte de los muertos, e incluso empezó a correr el rumor de que la productora de Steven Spielberg, Amblin Entertainment (la responsable de la saga), estaba construida sobre un cementerio indio, que era el motivo por el que ocurrían los extraños sucesos en la película 'Poltergeist', y era esto lo que habría atraído el mal contra el elenco.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
Podríamos afirmar que todo es producto de una suerte de casualidades extrañas y trágicas, pero desde luego que la maldición de 'Poltergeist' NO existe.
Lo primero a puntualizar es que la productora Amblin Entertainment no está construida sobre un cementerio Indio, de hecho, la casa donde se rodó la película tampoco, y así lo atestiguan las personas que viven allí disfrutando del hogar plácidamente. La muerte de Heather O’Rourke no fue el resultado de ningún evento inexplicable, sino de un desafortunado error médico, y es que durante el rodaje de 'Poltergeist 3' la niña fue mal diagnosticada con gripe y cuando los médicos se dieron cuenta de la obstrucción intestinal, intentaron operarla a la desesperada sin éxito. Dominique Dunne, por otro lado, fue víctima de una fuerte violencia de género durante mucho tiempo, y de esto eran conscientes sus propios compañeros de trabajo, que se cuenta le auguraban un mal fin si no hacia algo para remediar la situación. Julian Beck ya padecía un cáncer de estómago diagnosticado antes de participar en la secuela, de hecho, ya en pantalla se le podía ver bastante mal, e incluso de alguna manera fue ese estado el que le otorgo el papel. Por último, Will Sampson tenia problemas de corazón tiempo atrás del rodaje, y pospuso una operación para después del estreno de la película; por desgracia, murió durante la operación de corazón tras el estreno, ya que esta tenia un riesgo alto de complicaciones (de hecho, era por esto que la pospuso para después del rodaje: por si fallecía).
Objetivamente, ninguno de estos fallecimientos puede vincularse racionalmente con lo paranormal, aunque esto no quita que fue un casting muy poco afortunado.
Este mito de la maldición de 'Poltergeist' es otro ejemplo de cómo la cultura popular de antaño era demasiado creativa, y es que como este bulo existen muchos otros ejemplos de bulos sobre sucesos paranormales dentro de las películas de terror de Hollywood. Al final, la realidad no es tan paranormal, tan solo más triste.