Ya es un hecho que la inteligencia artificial es el pilar de la revolución tecnológica contemporánea. El desarrollo moderno de la IA se la debemos a Alan Turing, que en 1950 planteó la posibilidad de crear máquinas inteligentes. En sus inicios, la IA se centraba en el desarrollo de programas capaces de realizar tareas específicas, como jugar al ajedrez o realizar cálculos matemáticos complejos, pero, con el tiempo, los investigadores comenzaron a explorar otras vías que hicieran posible posible tareas con utilidad real que volviera todo más sencillo para el mundo.
El aprendizaje automático, una rama de la IA que se centra en el desarrollo de algoritmos y que permite a las máquinas aprender patrones a partir de datos, ha sido el que ha supuesto el avance significativo y el que le ha dado esa visibilidad repentina, a pesar de ser una herramienta con unos 20 años de desarrollo. Gracias a estos algoritmos de aprendizaje automático, las máquinas pueden reconocer patrones en grandes conjuntos de datos, lo que les permite realizar tareas muy complejas. Este es el responsable de que si preguntamos algo a ChatGPT, el resultado sea un discurso y una práctica que parece sacada de la ciencia-ficción.
El factor clave en el auge de la IA ha sido el crecimiento de la capacidad computacional. Los avances en hardware informático, como los procesadores gráficos y la nube, han permitido el desarrollo y la implementación de algoritmos de IA cada vez más sofisticados.
Poco a poco, la IA se está convirtiendo en una parte natural del día a día. Además, está transformando industrias enteras, desde la atención médica a la banca. Y cabe esperar que sigamos viendo aún más avances en el futuro que cambiarán fundamentalmente la forma en que vivimos, como veremos más adelante.
Probablemente, se haya perdido la cuenta de las películas que exploran la ética y la moralidad de la inteligencia artificial en la pantalla a modo de adviento de los días que nos tocarán vivir. Generación tras generación, numerosos directores renuevan su compromiso con este concepto, presentándonos una versión renovada de algo que ya se vio, pero adaptado al ahora. La ciencia ficción que se centra en la inteligencia artificial, al igual que muchas otras en su género, se utiliza como una crítica cultural, social, política o militar, ofreciendo fábulas que revelan la fragilidad y la cuestionable conciencia colectiva que tenemos como sociedad. Muchas de estas se recuerdan, pero lamentablemente, muchas otras obras carecen de trascendencia debido a su falta de expresión de ideas. Sin embargo, existen valientes guionistas que, con recursos limitados, logran ofrecer una nueva perspectiva sobre el tema de las IA, demostrando que el verdadero cine no depende del dinero, sino de la creatividad y su visión. Alex Garland es un claro ejemplo de esto. Con un presupuesto reducido, un guion provocativo, un elenco pequeño (pero brillante) y unas buenas localizaciones, Alex logró ofrecer una película con conceptos morales muy complicados de forma sencilla, que destacó como una de las salvaciones del género en este siglo de la mano de una temprana A24. Aunque quizás no se convirtió en un éxito masivo, sin duda es un film que vale la pena ver, y lo vale porque se trata de una película visionaria que habla de algo que todavía no ha llegado pero que conocemos, y nos lo muestra desde un enfoque que nunca se visitó, y que resulta muy evidente a día de hoy que será el disparo de salida para hacer tambalear el limite moral y ético que separaría al hombre de la máquina en nuestra realidad.
Alex Garland: escritor y guionista de videojuegos
Alexander Medawar Garland es un conocido novelista que llegó a despuntar más tarde como productor, director y guionista de películas y videojuegos. Proveniente de una familia con una rica tradición en las artes y las ciencias, Garland desarrolló desde temprana edad un profundo interés por la narrativa y la exploración de temas científicos y filosóficos en sus obras.
Diplomado en letras por la universidad de Manchester, Garland escribe su primera novela en el año 1996 a la que tituló 'La playa', novela que cuatro años mas tarde le acercaría al cine de la mano del director Danny Boyle. Antes de que esto ocurriera, Garland publicó en 1998 otra novela que también sería llevada a la gran pantalla en una coproducción Inglesa/Tailandesa/Japonesa: 'El teseracto'. Antes de proseguir con su carrera de escritor, Boyle, que seguía atraído por el talento del joven escritor, le encargó el guion de una película que hoy es de sus creaciones de mayor éxito, '28 días después'. Tras esto, Garland volvió a publicar en 2004 la que a día de hoy es su última novela: The Coma.
Diplomado en letras por la universidad de Manchester, Garland escribe su primera novela en el año 1996 a la que tituló 'La playa', novela que cuatro años mas tarde le acercaría al cine de la mano del director Danny Boyle. Antes de que esto ocurriera, Garland publicó en 1998 otra novela que también sería llevada a la gran pantalla en una coproducción Inglesa/Tailandesa/Japonesa: 'El teseracto'. Antes de proseguir con su carrera de escritor, Boyle, que seguía atraído por el talento del joven escritor, le encargó el guion de una película que hoy es de sus creaciones de mayor éxito, '28 días después'. Tras esto, Garland volvió a publicar en 2004 la que a día de hoy es su última novela: The Coma.
Desde joven, Garland ya empezaba a desarrollar un gran interés por la tecnología y la programación, mundo que lo cautivó y lo llevó a explorar ideas sobre la relación entre las máquinas y las emociones humanas. A lo largo de los años, esta fascinación se convirtió en un tema recurrente en su obra, que se extiende en su carrera hasta hoy. Después de sumergirse en la literatura de neurociencia y buscar la orientación de personas cercanas expertas en el campo, Garland decidió plasmar estas reflexiones en un guion cinematográfico. En 2013, comenzó el proceso de filmación de su película, utilizando una variedad de escenarios muy pintorescos, que incluían los famosos estudios de Pinewood y el impresionante paisaje del hotel Juvet en Valldalen, Noruega. Garland no solo se limitó a escribir el guion, sino que también asumió el desafío de dirigir la película. El resultado fue una obra modesta pero impactante que cautivó tanto a la crítica experimentada como al público; está película recibió el nombre de 'Ex machina'.
Siguiendo el éxito de 'Ex Machina', Garland continuó explorando temas relacionados con la tecnología y la naturaleza humana en su siguiente película, 'Annihilation', película de corte ciencia ficción y terror, basada en la novela de Jeff VanderMeer que nos mostraba a un Garland más interesado ahora en causar cierta inquietud acompañando con imágenes y sensaciones más truculentas a los temas profundos que venia proponiendo.
Y así también fue con su antepenúltima creación, la serie 'Devs', donde la creación de un ordenador cuántico da rienda suelta a una visión de un futuro donde, nuevamente, las máquinas juegan un papel determinista sobre el libre albedrío y de la realidad del ser humano.
Posteriormente, llegaría 'Men', el primer patinazo del cineasta, que se pasó de frenada en su búsqueda de la turbiedad máxima con una película de terror que exploraba la vulnerabilidad que experimentan las mujeres en la sociedad patriarcal.
Y así también fue con su antepenúltima creación, la serie 'Devs', donde la creación de un ordenador cuántico da rienda suelta a una visión de un futuro donde, nuevamente, las máquinas juegan un papel determinista sobre el libre albedrío y de la realidad del ser humano.
Posteriormente, llegaría 'Men', el primer patinazo del cineasta, que se pasó de frenada en su búsqueda de la turbiedad máxima con una película de terror que exploraba la vulnerabilidad que experimentan las mujeres en la sociedad patriarcal.
Para el año 2024, trae la aclamada 'Civil War'. De igual modo, también queda pendiente de estrenarse '28 meses después', la tercera parte de la saga '28 días después' que guioniza de nuevo para su compañero Danny Boyle.
Alan Turing, el hombre detrás de la máquina
El personaje clave detrás de todo lo que da rienda suelta a las tecnologías de la Inteligencia Artificial es Alan Turing, un brillante matemático, lógico, criptógrafo y pionero en ciencias de la computación, que nació el 23 de junio de 1912 en Londres, y al que pudimos poner cara gracias a 'Descifrando enigma', biopic donde es interpretado por Benedict Cumberbatch, y que narra su encomiable misión al haber descifrado códigos secretos nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde temprana edad, mostró un talento excepcional en matemáticas y ciencias, desarrollando un interés particular en los fundamentos de la lógica y el razonamiento.
En 1931, Turing ingresó en el King's College de la Universidad de Cambridge, donde estudió matemáticas. Durante su tiempo en Cambridge, desarrolló ideas en el campo de la teoría de la computación, incluida la noción de una "máquina universal", un concepto clave en la teoría de la computación moderna.
Como se indicaba al principio, durante la Segunda Guerra Mundial, Turing desempeñó un papel heroico durante su trabajo en Bletchley Park, el centro de descifrado de códigos británico donde consiguió descodificar los códigos cifrados que los alemanes se enviaban entre ellos, lo que ayudó al bando aliado a ganar la guerra y a acortar su duración.
Después de la guerra, Turing se centro en el campo emergente de las ciencias de la computación y la inteligencia artificial. En 1950, propuso el famoso 'Test de Turing' del que hablaremos más adelante.
Algo trágico para la vida de Turing, es que esta estuvo marcada por la discriminación y la persecución debido a su homosexualidad, que en ese momento se consideraba ilegal en el Reino Unido. En 1952, Turing, lejos de ser recordado como un héroe, fue procesado por "actos homosexuales" y sometido a un tratamiento hormonal conocido como castración química.
Alan Turing falleció trágicamente el 7 de junio de 1954 a la edad de 41 años. Su muerte fue oficialmente catalogada como suicidio por envenenamiento con cianuro, aunque las circunstancias exactas siguen siendo misteriosas. En 2013, Turing recibió un perdón real póstumo por su condena criminal, y desde entonces ha sido ampliamente reconocido como un héroe nacional en el Reino Unido y un pionero en el campo de la informática y la inteligencia artificial.
El test de Turing
Antes de profundizar, es importante mencionar una de las teorías fundamentales de Turing que hemos aprendido gracias a la pantalla y a la literatura de ciencia-ficción de diferentes formas y en varias ocasiones, siendo una de las más memorables en relación con la inteligencia artificial: el Test de Turing.
Este test es una prueba propuesta por Alan Turing como un medio para determinar si una máquina puede exhibir un comportamiento inteligente equivalente al de un ser humano. La idea detrás del test es evaluar la capacidad de una máquina para mostrar "inteligencia" en su forma de comportarse, reaccionar y comunicarse de manera indistinguible de la de un ser humano.
El test de Turing se basa en una situación en la que un evaluador humano interactúa con dos participantes, uno de los cuales es una máquina y el otro un ser humano. El evaluador no puede ver ni escuchar a los participantes, sino que solo puede comunicarse con ellos a través de texto. El objetivo de la máquina es engañar al evaluador haciéndole creer que es un ser humano, mientras que el objetivo del ser humano es ayudar al evaluador a distinguir entre la máquina y el humano. Si la máquina logra engañar consistentemente al evaluador, es decir, si el evaluador no puede determinar con certeza cuál de los dos participantes es la máquina, entonces la máquina se considera que ha pasado el Test de Turing y se dice que exhibe "inteligencia" similar a la humana.
Este mismo experimento lo hemos visto adaptado, por ejemplo, en el libro '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' y en la película 'Blade Runner', donde el test es rebautizado como 'Prueba de Voight-Kampff'. En este experimento, el sujeto examinador realiza una serie de preguntas a un androide a cara descubierta (no es necesario esconderse porque los androides en la novela de Philip K. Dick ya parecen humanos físicamente), con el fin de saber, en función de sus respuestas, si se encuentra hablando con un androide o por el contrario, con un humano. Si el examinador no logra determinar con quien habla, se diría que es humano, si no, es un androide.
Caleb (Domhnall Gleeson), un joven programador de sistemas empleado en la empresa BlueNote, es seleccionado mediante sorteo para pasar una semana junto a Nathan (Oscar Isaac), el multimillonario programador jefe de la misma compañía. Durante su estancia en el idílico paraje donde Nathan reside, a Caleb se le asigna una tarea muy especial: poner a prueba la inteligencia de la última creación de Nathan, una mujer robot que responde al nombre de Ava (Alicia Vikander) dotada de autoconsciencia. Nathan desea que Caleb establezca una conexión con el robot para determinar si, a pesar de saber que está interactuando con un ser artificial, el ser humano pueda legar a ser engañado. Caleb se muestra fascinado por la creación de Nathan y la visita a diario para investigar cómo funciona; sin embargo, después de varias sesiones, Caleb comienza a creer que algo está yendo mal y sospecha estar siendo sujeto de engaño, ya sea de Nathan, de Ava, o de si mismo.
El minimalismo complejo
Conociendo su premisa, podemos apreciar que uno de los aspectos más destacados de la película es su guion, que, con una carga filosófica casi ensayística, nos sumerge en una de las facetas ocultas y sombrías que nos depara la tecnología del futuro. La película presenta una serie de dilemas morales recurrentes en la ciencia ficción, pero aquí se plantean de manera más realista y oscura gracias a un giro de lo más ingenioso. El filme evita caer en la pedantería, sus diálogos son profundos sin perder de vista la expresión natural, evitando nublarse por la ciencia y centrándose en lo puramente filosófico y humano. De esta manera, 'Ex machina' plantea una pregunta al espectador, convirtiendo el metraje en una suerte de Test de Turing cinematográfico, donde es difícil distinguir quién es más máquina y quién más humano en pantalla.
Sería complicado armar un rompecabezas de estas dimensiones con un gran elenco de personajes, pero aún más sería hacerlo con un elenco reducido, y lo consigue. Esta película destaca precisamente por contar con solo tres personajes en el reparto, que, por otra parte, intensifica la sensación de angustia y soledad. A pesar de este limitado elenco, la película logra transmitir una gran profundidad filosófica. Domhnall Gleeson interpreta a Caleb, mientras que Oscar Isaac deslumbra como Nathan. Por último, Alicia Vikander brinda una interpretación elogiable como Ava, el robot.
La obra no necesita de efectos especiales para que el espectador se de cuenta de que estamos ante una obra de ciencia ficción. Ex machina prescinde de cromas y de capturas de movimiento; lo único que encontramos generado por ordenador es el cuerpo de Ava y alguna que otra escena, pero todo obra de postproducción, un truco genial para ofrecer efectos imperecederos. La música se encuentra perfectamente implementada, dando ese aire de ciencia ficción seria, actual y sobria; los encargados de la banda sonora son Ben Salisbury y Geoff Barrow, quienes trabajaron con Garland en la bso de 'Dredd'.
Lo cierto de todo es que, a medida que la trama se desarrolla, surge un dialogo que da sentido a que Caleb estuviera allí, con consecuencias que Nathan no anticipaba: Nathan ha llevado al extremo la prueba de los límites de la inteligencia artificial por su cuenta, buscando determinar si Ava ha alcanzado un nivel de humanización suficiente como para desarrollar algo parecido a un instinto de supervivencia. La pregunta central es si, al experimentar dolor emocional o percibir una amenaza, Ava sería capaz de actuar por su propia preservación, incluso al punto de tomar medidas extremas para salvar su existencia. El motivo por el que Caleb está es, a modo de Test de Turing, comprobar si realmente la IA se ha humanizado tanto como para mentir, persuadir y manipular como lo hace un humano.
Pero, por otra parte, 'Ex Machina' nos sumerge en un pequeño experimento que explora el cerebro más primitivo de nuestra especie sopesando cuánto somos capaces de sentir, cuánto podemos olvidar y hasta qué punto podríamos confiar en alguien como si de un humano se tratarse, incluso a sabiendas de que ese alguien no fuera humano aunque lo parezca.
Pero, por otra parte, 'Ex Machina' nos sumerge en un pequeño experimento que explora el cerebro más primitivo de nuestra especie sopesando cuánto somos capaces de sentir, cuánto podemos olvidar y hasta qué punto podríamos confiar en alguien como si de un humano se tratarse, incluso a sabiendas de que ese alguien no fuera humano aunque lo parezca.
El surgir de la empatía y el amor en el cerebro, aunque está destinado a asegurar la supervivencia del individuo, se convierte en un error vestigial en el caso que ocupa, demostrándonos que, a pesar del potencial de la inteligencia humana, hay sentimientos que, por su propia naturaleza, son difíciles de esquivar cuando se dan. Para demostrarlo, la película nos invita a reflexionar sobre hasta qué punto la apariencia física influye en las relaciones interpersonales, planteando el engaño de los androides de Philip K. Dick. Este planteamiento y método de estudio del individuo recuerda a un Test de Turing y más aun a una 'Prueba de Voight-Kampff', aunque con un giro especial, y en esto, radica la magia de la película.
El metraje propone un Test de Turing invertido que va más allá, en el que el ser humano sabe a ciencia cierta que el individuo a testar es una inteligencia artificial. La prueba consistiría entonces en comprobar hasta que punto el ser humano podría olvidar y permitir que está ante una inteligencia artificial y que ello implique no encontrar diferencia entre ambos, así romper el limite humano/maquina. Este planteamiento invalida, a su paso, la finalidad real del Test de Turing, dejándolo como una herramienta que no tendría importancia utilizar.
La película lanza al espectador el siguiente caso hipotético: Si un ser humano interactúa con alguien que parece humano y este alguien le hace sentir como lo hace un humano, pero a su vez se conoce claramente que ese alguien no es humano ¿Es suficiente para para darlo por humano y tratarle como tal?
La película lanza al espectador el siguiente caso hipotético: Si un ser humano interactúa con alguien que parece humano y este alguien le hace sentir como lo hace un humano, pero a su vez se conoce claramente que ese alguien no es humano ¿Es suficiente para para darlo por humano y tratarle como tal?
Todavía solo podemos hacer hipótesis al respecto, pero lo cierto es que no nos quedará muchísimo para lanzarnos esta pregunta a nosotros mismos con algún caso real.
La funcionalidad de la Inteligencia Artificial
Tomando la postura más mentalmente abierta posible, aunque las inteligencias artificiales suelen presentarse en el cine dentro de debates filosóficos sobre su impacto en la sociedad, en esencia, son herramientas diseñadas para facilitar nuestra vida. Su desarrollo y aplicación han ido mucho más allá de lo que la mayoría imagina, y a medida que evolucionan, estas tecnologías pueden suplir nuestras limitaciones y hacernos mejores donde nuestra intervención es menos eficiente o propensa a errores, convirtiéndose en el complemento ideal en nuestra forma de gestionar y hacer. Actualmente, hay una variedad de tareas llevadas a cabo por inteligencias artificiales que pueden parecer poco creíbles, pero que están revolucionando la forma en que avanzan los proyectos, haciéndonos alcanzar resultados en tiempos récord. A modo de ejemplo, enumeramos unas cuantas.
1. Superpoderes para los cirujanos
Si bien la Inteligencia Artificial está revolucionando la medicina, especialmente lo está logrando actualmente en áreas como la neurocirugía. En el Centro Princesa Máxima de los Países Bajos, un centro oncológico infantil, se utiliza un modelo de IA llamado Sturgeon para identificar tumores cerebrales en tiempo real con una precisión del 90%. Este sistema, basado en secuenciación molecular y algoritmos de aprendizaje automático, permite a los cirujanos tomar decisiones informadas mientras el paciente está en la mesa de operaciones. La IA no solo acelera el diagnóstico, sino que también reduce los errores y mejora los resultados en cirugías complejas.
El proceso comienza con la toma de una muestra de tejido cerebral durante la cirugía, que es secuenciada y analizada por Sturgeon en cuestión de minutos. Este sistema ha sido entrenado con millones de secuencias de ADN simuladas, lo que le permite identificar patrones asociados con diferentes tipos de tumores. Aunque los patólogos humanos aún revisan todas las muestras, la IA proporciona una capa adicional de información que ayuda a los cirujanos a decidir si deben extirpar más tejido o detener la operación. Este avance es especialmente crucial, como es el caso, en la neurocirugía pediátrica, donde los márgenes de error son mínimos y las decisiones deben tomarse rápidamente.
Además, la IA está siendo explorada para su uso en otras áreas médicas, como la identificación de melanomas, micosis pulmonares y trastornos sanguíneos raros. En el futuro, los cirujanos podrían incluso utilizar gafas con IA que les permitan visualizar tumores en tiempo real durante las operaciones, lo que representaría un avance significativo en la precisión y eficacia de las intervenciones quirúrgicas.
2. Búsqueda de vida extraterrestre
Hamed Valizadegan, experto en aprendizaje automático de la NASA, ha desarrollado ExoMiner, un programa que analiza datos de telescopios como el Kepler para identificar planetas que orbitan estrellas lejanas. Este sistema ya ha descubierto cientos de exoplanetas, aunque ninguno similar a la Tierra. Además, la IA está siendo utilizada para detectar signos de vida, como la presencia de agua y actividad biológica, en atmósferas de planetas distantes.
ExoMiner funciona analizando las curvas de luz de las estrellas, que son alteradas cuando un planeta pasa frente a ellas. Este proceso, conocido como método de tránsito, es extremadamente laborioso para los humanos, pero la IA puede realizarlo de manera rápida y precisa. En 2018, ExoMiner identificó 370 exoplanetas previamente desconocidos, lo que demuestra su eficacia. Aunque ninguno de estos planetas es habitable, el sistema ha sentado las bases para futuras investigaciones que podrían llevar al descubrimiento de una "segunda Tierra".
Además, investigadores como Lisa Kaltenegger, astrofísica de la Universidad Cornell, están utilizando IA para buscar signos de vida directamente en las atmósferas de exoplanetas. Su equipo ha desarrollado algoritmos que pueden detectar la presencia de agua, nubes y hielo, así como indicios de actividad biológica, como el "límite rojo" que reflejan las plantas. Estos avances podrían acelerar la búsqueda de vida extraterrestre y proporcionar una comprensión más profunda de los planetas que podrían albergar vida.
3. Arqueología inteligente
La Inteligencia Artificial está ayudando a los arqueólogos a descifrar textos antiguos que antes eran inaccesibles. Un ejemplo destacado es el Desafío Vesubio, donde un equipo de investigadores utilizó IA para leer rollos de papiro carbonizados por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Mediante el uso de algoritmos de aprendizaje automático y tomografías computarizadas, lograron reconstruir más de 2.000 caracteres de un texto filosófico antiguo. Este avance podría abrir la puerta a la lectura de miles de manuscritos antiguos que aún permanecen ocultos en algunas zonas.
El proceso comienza con la toma de imágenes de alta resolución de los rollos de papiro utilizando un acelerador de partículas. Estas imágenes son luego analizadas por algoritmos de IA que identifican patrones de tinta y reconstruyen el texto. En 2023, el equipo logró leer la palabra "púrpura" en un rollo, lo que marcó un hito en la investigación. Posteriormente, en 2024, el equipo desveló 15 columnas de texto, lo que superó con creces el objetivo inicial del desafío.
Este avance no solo podría revelar obras perdidas de la antigüedad, sino también cambiar nuestra comprensión de la historia y la filosofía clásica. Además, la IA está siendo utilizada para analizar otros materiales arqueológicos, como cerámica y artefactos, lo que permite a los investigadores reconstruir el pasado con un nivel de detalle sin precedentes.
4. Entendiendo a los cachalotes
El Proyecto CETI (Iniciativa de Traducción de Cetáceos) está utilizando Inteligencia Artificial (IA) para descifrar la comunicación de los cachalotes. Mediante el análisis de miles de horas de grabaciones de chasquidos y codas (grupos de sonidos), los investigadores han identificado patrones que podrían indicar un lenguaje complejo. Este proyecto no solo busca entender a estos mamíferos, sino también inspirar esfuerzos de conservación más efectivos.
El equipo del CETI, liderado por David Gruber, ha desarrollado modelos de IA que pueden predecir el siguiente chasquido en una secuencia con un 99% de precisión. Esto sugiere que los cachalotes podrían estar utilizando un sistema de comunicación estructurado, similar al lenguaje humano. Además, los investigadores han descubierto variaciones en el ritmo y el tempo de las codas, lo que podría indicar que los cachalotes tienen un lenguaje más complejo de lo que se pensaba.
Se especula que, en el futuro, la IA podría ser utilizada para estudiar la comunicación de otras especies, lo que abriría nuevas vías para la investigación en biología y ecología.
5. La predicción de catástrofes naturales
En el campo de la sismología, la Inteligencia Artificial está siendo utilizada para predecir terremotos y otros desastres naturales. Zachary Ross, geofísico del Instituto Tecnológico de California, ha desarrollado algoritmos que analizan millones de microtemblores para identificar fallas geológicas y predecir posibles terremotos. Estos sistemas no solo mejoran la comprensión del subsuelo, sino que también podrían ser clave en la creación de sistemas de alerta temprana más precisos.
El sistema de Ross utiliza redes neuronales para analizar datos sísmicos y detectar patrones que los humanos no pueden percibir. En 2019, su equipo identificó casi dos millones de microtemblores en el sur de California que habían pasado desapercibidos. Estos datos han permitido a los científicos mapear fallas geológicas con un nivel de detalle absoluto, lo que podría ayudar a predecir terremotos con mayor precisión.
Además, la IA está siendo utilizada para monitorear volcanes y otros fenómenos geológicos. En Hawái, por ejemplo, los algoritmos de Ross han identificado una red de roca fundida debajo de dos volcanes activos, lo que podría mejorar nuestra comprensión de la actividad volcánica y ayudar a prevenir erupciones catastróficas.
Es muy posible que una IA acabe con nosotros
Podría ser un titular de algún panfleto conspiranoico, pero es cierto: Es posible que las Inteligencias Artificiales acaben con nosotros, pero NO de la manera que uno esperaría después de ver tantas películas; como siempre, el problema está donde nadie mira... o donde no le dejan mirar. Las comunidades científicas discuten mucho sobre el impacto ambiental de la IA, ya que los centros de datos que la sustentan consumen grandes cantidades de energía y agua. Por ejemplo, una sola conversación con un chatbot como ChatGPT puede consumir tanta energía como mantener una bombilla encendida durante una hora. Esto ha llevado a un creciente interés en pensar si es posible desarrollar IAs más sostenibles y eficientes desde el punto de vista energético. Por esto, todos los ojos están puestos en China, donde modelos de inteligencia artificial como DeepSeek, con una inversión de 5,6 millones de dólares y un consumo notablemente reducido, ha conseguido hacer lo mismo que ha logrado ChatGPT con su inversión de 100 millones de dólares.
Otro factor al que nadie atiende es que las IAs están siendo entrenadas por algoritmos sustraídos de comportamientos humanos y estas IAs tienden a reflejar los sesgos presentes en los datos con los que ha sido entrenada. La comunidad científica sospecha fuertemente que es posible que con el avanzar de la tecnología, de igual modo que aprenden datos erróneos, las IA pueda comprender como algo normal algún comportamiento que no sea justo del todo y no tome una posición neutral como se espera. Esto, dependiendo del campo donde sea utilizada la IA, puede suponer un autentico problema.
Por último, y para poner el broche final al tema, cabe mencionar la conocida como "caja negra" de la IA. Esta es otra de esas cosas que parecen ficción, pero no lo son. Tras ser programadas con ciertos parámetros y datos, las IA toman decisiones en cada interacción, eligiendo entre diversas opciones en función de sus algoritmos. Lo sorprendente es que, incluso para sus propios creadores, el proceso exacto por el cual estas decisiones son tomadas no es del todo comprensible. Es decir, aunque las inteligencias artificiales funcionan bajo reglas establecidas, el cómo y el porqué de sus elecciones específicas a menudo no son claras, incluso para quienes las diseñaron. Por mucho que pueda chocar, es un hecho que objetivamente, aún no comprendemos del todo cómo operan las inteligencias artificiales. Cuando Sundar Pichai, informático y director ejecutivo de Google, fue preguntado a este respecto en la presentación de Bard, dijo: "No entendemos qué sucede dentro pero [...]Permítanme decirlo de esta manera: tampoco creo que entendamos completamente cómo funciona la mente humana".
Los cierto es que los robots humanoides ya comienzan a existir, como son el caso de Ameca y Atlas, diseñados para interactuar con humanos. Aunque estos robots tienen un gran potencial en áreas como el cuidado de personas mayores, ya se están planteando preguntas sobre si es correcto la humanización de las máquinas.
Ameca, desarrollado por Engineered Arts, es uno de los robots humanoides más avanzados del mundo. Sin embargo, su diseño deliberadamente no humanoide (con un cuerpo de plástico y metal y un rostro gris) busca evitar el "valle inquietante", el fenómeno donde los robots que se parecen demasiado a los humanos generan rechazo.
Por otro lado, robots como Atlas, de Boston Dynamics, están diseñados para realizar tareas físicas en entornos peligrosos, como desastres naturales o zonas de guerra. Aunque estos robots no están destinados a parecerse a los humanos, su capacidad para interactuar con personas en situaciones críticas plantea preguntas sobre el papel que deberían desempeñar en la sociedad.
Y es por todo esto que 'Ex Machina' es una obra altamente recomendable. Es un ejercicio de gran clase y brillantez que logra cautivar tanto a los aficionados al género como a aquellos que no lo son. Su crítica social y moral, los diálogos bien construidos y la tensión constante se combinan magistralmente para crear una obra de un alto calado filosófico, con un mensaje que pronto será actual. Aunque su modesto presupuesto podría impedir que sea ampliamente recordada, es indudable que deja una marca en un camino por el que, tarde o temprano, tendremos que transitar.