El sesgo de confirmación según 'Jurado Nº 2'

Imagina que entras en una sala llena de espejos. La imagen que muestran algunos eres tu, tal y como te reconoces, mientras que otros distorsionan tu imagen, haciéndote ver más alto, más bajo o incluso completamente deforme. Pero de todos esos espejos, tus ojos se fijan en uno en particular: el que te hace ver de la mejor forma posible, el que te muestra una imagen de ti que te gusta. Yendo a más, si no conocieras la forma que tiene tu cuerpo, probablemente sería esta imagen la que darías por el reflejo correcto de ti. Si amplias un poco el espectro de este planteamiento, piensa que esto no solo pasa con los espejos, sino también con nuestras ideas, con nuestras creencias, y probablemente con todo lo demás.

Nuestra sociedad vive en un constante bombardeo de información: noticias, opiniones, libros, podcast... y, sin darnos cuenta, lo que es más normal que ocurra es que todo el mundo busque y guste de lo que confirma que ya piensa y siente. Forma parte de nuestra naturaleza humana sentirse cómodo viendo y escuchando cosas que refuerzan las ideas propias, porque esto nos hace sentir que estamos en lo cierto y que, por ende, entendemos el mundo.

Y de igual modo que esto es algo normal, también es un problema. Si solo prestamos atención a lo que nos da la razón, corremos el riesgo de perder de vista otras perspectivas, otras verdades; como si en esa sala de espejos nos quedáramos mirando solo uno y olvidáramos que hay otros que podrían darnos una visión diferente, quizá más completa, quizá la real.

Esto que ocurre aquí recibe el nombre de sesgo de confirmación, y es algo que afecta a nuestra toma de decisiones. Esto nos pone al frente de la última película de Clint Eastwood, 'Jurado nº 2', donde este tema aparece como punto central, haciendo pensar en cómo el sesgo de confirmación puede influir en lo cotidiano, tal y como le ocurre a su personaje principal. Además, el bueno de Clint, de forma indirecta, nos da las pautas de como gesta y entiende su cine, y de paso, de como se gesta y se entiende toda buena película thriller o suspense que se precie. Lo apropiado, sería empezar hablando de él.

El antihéroe patriota: Clint Eastwood


¿Quién no conoce a Clint Eastwood (nacido el 31 de mayo de 1930 en San Francisco, California); actor, director, productor y músico ocasional? Criado en una familia de clase baja y que atravesó dificultades durante la Gran Depresión (el Crac del 29), Eastwood realizó diversos trabajos antes de probar suerte en Hollywood, donde le negaron actuar de primeras por, según decía el propio Eastwood, ser feo. Comenzó con pequeños papeles en producciones sin relevancia hasta que en 1959 consiguió su primer rol destacado como Rowdy Yates en la serie de televisión Rawhide (conocida en Español como "Cuero Crudo", 1959). Esta serie fue su primer western.

El verdadero salto a la fama internacional llegó en la década de 1960 con la Trilogía del Dólar del director Sergio Leone. En Por un Puñado de Dólares (1964), La Muerte tenía un Precio (1965) y El Bueno, el Feo y el Malo (1966), Eastwood interpretó al "hombre sin nombre", un personaje lacónico que redefinió el western y lo posicionó como el mejor antihéroe de la historia del cine. Comprometido con su papel, Eastwood insistió en llevar siempre el mismo poncho sin lavarlo para mantener la continuidad de las escenas.

Paralelamente a su carrera como actor, Eastwood comenzó a dirigir en 1971 con Escalofrío en la Noche, demostrando su valía para hacer cine. Durante las décadas de 1970 y 1980, dirigió películas como El Fuera de la Ley y Bronco Billy, en las que ya se vislumbraba su estilo sobrio tan característico. Sin embargo, fue con Sin Perdón (1992), su mítico western crepuscular, con el que alcanzó su máximo reconocimiento como cineasta y el que definió su porvenir, ganando dos premios Óscar, incluidos Mejor Director y Mejor Película.

Eastwood gusta de dar prioridad a los dilemas morales de sus personajes por encima de los intrincados visuales. En su cine, los personajes cargan con el peso de la historia, sin artificio que distraiga, tal y como era el cine del antiguo Hollywood. Y funciona: su dirección en películas como Million Dollar Baby (2004) o Gran Torino (2008) atestiguan su reputación como maestro.

Eastwood, como los personajes que interpretaba, ha demostrado enorme persistencia, manteniéndose activo la friolera de seis décadas. El propio Eastwood contaba que sobrevivió a un accidente aéreo en el que tuvo que nadar varios kilómetros en aguas heladas frente a la costa de California, y fue esa experiencia la que moldeó su visión de la vida. A sus espaldas quedan sus más de 40 películas y su incontable palmarés.

Con su última obra, Jurado nº 2, Clint Eastwood ha sabido mantenerse más fiel a sí mismo que nunca en una industria que, a día de hoy, pide hacer otras cosas para llegar al público. Y sin embargo aquí está, con una película que nadie le pidió. Y no será la mejor (ni por asomo), pero desde luego es una que tiene algo importante que decir.



 
Justin Kemp, un hombre común y corriente, es seleccionado para formar parte de un jurado en un juicio por asesinato. A medida que el proceso avanza, Justin comienza a sentirse cada vez más inquieto y atormentado por un oscuro secreto de su pasado. Este secreto, vinculado de alguna manera al caso que está juzgando, lo sumerge en un profundo dilema moral. A medida que la tensión aumenta en la sala del jurado, Justin debe decidir si revela su secreto, o si bien es mejor callar para salvaguardar su libertad y aprovechar lo que el sesgo de confirmación está haciendo con sus compañeros del jurado popular. 




Peter Wason y El sesgo de confirmación


Entramos en vereda viendo que, en la película, el protagonista (que responde al nombre de Justin Kemp, interpretado por Nicholas Hoult) se encuentra en el papel de miembro de un jurado popular, compuesto por varias personas encargadas de juzgar lo ocurrido durante una trágica noche y determinar si el acusado (un único acusado) es culpable o no culpable de unos hechos que no están claros. Harold Chicowski, un detective policial retirado también participe del jurado popular e interpretado por J.K. Simmons, plantea la reflexión más significativa de la película; una que podría pasar desapercibida si no se nos abordara con ella directamente: ese proceso judicial está diseñado para ser imparcial, pero al centrarse únicamente en un único sospechoso, se podría inclinar inconscientemente al jurado hacia una conclusión de culpabilidad. Este sesgo, aunque no intencionado, surge porque al haber un único acusado, se crea la impresión de que este debe ser el responsable, simplemente por la falta de otras alternativas en consideración. Es entonces cuando Harold, en medio de su alegato sobre los hechos acaecidos, pone nombre al suceso y nos plantea la idea de que lo que está ocurriendo es un sesgo de confirmación, un termino acuñado por el psicólogo Peter Wason.


El experimento de las Tarjetas de Peter Wason


El sesgo de confirmación es un fenómeno que fue estudiado por primera vez por el psicólogo británico Peter Wason en los años 60. Wason observó que, cuando las personas toman decisiones o evalúan información, suelen centrarse más en aquello que respalda lo que ya creen, y tienden a dar de lado lo que contradice sus ideas. Este comportamiento, que muy menudo ocurre de manera inconsciente, afecta a nuestra percepción y nos condiciona en nuestra toma de decisiones.

Uno de los experimentos más conocidos de Wason es el llamado experimento de selección. En este, se presentaban a los participantes cuatro tarjetas. Cada tarjeta tenía una letra en un lado y, si levantabas la carta y le dabas la vuelta, un número. Para ilustrarlo, usaremos las tarjetas que hay en la imagen de arriba: estas tarjetas tienen en el lado que se nos muestra las letras y números A, C, 2 y 3.

A los participantes se les planteó una regla que debían comprobar: "Si una tarjeta tiene una vocal en un lado, entonces tiene un número par en el otro lado."

El objetivo era decidir qué cartas debían voltearse (las mínimas indispensables) para verificar si la regla era cierta o falsa.

Primero, la decisión más lógica y por la que todos empezaríamos sería voltear la A, ya que, si al otro lado hay un número impar, la regla sería falsa, hasta aquí todo parece claro. Pero si hubiera un número par, esto nos impulsaría a pensar que vamos encaminados a corroborar la afirmación que se nos lanza como regla a verificar, pero no implica que la regla se refute al 100% siempre y cuando hubiera otra tarjeta que comprobar de todas las disponibles.

Si llegamos a esta primera conclusión, probablemente, la siguiente tarjeta que todo el mundo decidiría voltear es la que tiene el número 2, que es un numero par. Lo cierto es que, para sorpresa de muchos, voltear esta no tiene ningún sentido. Esto se debe a que, si al otro lado del 2 hay una vocal, se cumple la regla y todo bien, pero si hubiera una consonante, también se cumpliría la regla porque no se está poniendo en duda la misma. La regla solo nos dice que si hay una vocal, debe haber un número par al otro lado, pero no aborda si las consonantes pueden o no llevar números pares. Deberíamos ser capaces de razonar que los números pares pueden ir indistintamente con vocales y consonantes, pero las vocales solo deben ir con números pares. Así que voltear el 2 no nos ofrece información útil; solo la volteamos para que, de forma azarosa, refute lo que ya creíamos con nuestra primera carta. Y este mismo razonamiento, se aplica a la C, ya que indistintamente puede ir con números pares o impares sin violar la regla.

En cambio, la tarjeta correcta y la que casi nadie voltearía es la número 3, que es un número impar. Si en el otro lado de la 3 hay una vocal, entonces la regla se viola, ya que la regla dice que solo las vocales deben tener números pares en el reverso, y si hubiera una consonante, refutaría la posibilidad de que las vocales van con números pares. Voltear la 3 es la única que nos ayuda a comprobar si la regla se cumple en todos los casos.

Deducimos entonces, que el número indispensable de cartas a voltear son dos: La que tiene la letra A y la que tiene el número 3.

Con este experimento se demuestra que las personas tienden a buscar información que confirma lo que ya creen, como verificar que la A tiene un número par, y a ignorar información que podría contradecir sus ideas, como verificar si la 3 tiene una vocal. Este comportamiento es lo que Wason dio nombre y el que a día de hoy se conoce como sesgo de confirmación.

Como se indicaba al principio, este sesgo no se limita solo a los experimentos, también se manifiesta en nuestra vida. Por ejemplo, cuando leemos noticias, solemos prestar más atención a las que coinciden con nuestras opiniones y pasamos por alto las que no. Si creemos que alguien es de confianza, nos enfocamos más en las acciones que refuerzan esa creencia, ignorando aquellas que podrían indicar lo contrario. Este tipo de comportamiento es común, pero ser conscientes de este sesgo puede ayudarnos a ser más críticos y tomar decisiones más equilibradas, quizá incluso más "correctas".

Cómo NO ser dueño de uno mismo


Si se razona el planteamiento, uno puede caer en la cuenta rápidamente de que, si nos dejamos llevar por este sesgo, perderemos el control real sobre nuestras decisiones y pensamientos. En lugar de ser dueños de nosotros mismos, estaremos siendo guiados por un ente externo que refuta nuestras creencias previas, sin cuestionarlas ni analizarlas de forma objetiva. Este fenómeno puede limitarnos, cerrarnos a nuevas perspectivas y afectar negativamente en nuestras elecciones. Al no cuestionar lo que creemos, nos encerramos en una única visión del mundo, que refuerza nuestras ideas sin ofrecer espacio a la duda o al cambio. Y si ocurre esto, damos pie a un error mayúsculo.

Imagínate escuchando tu música favorita. ¿Serías capaz de definir en que se basa la decisión de que esa en concreto es tu favorita?, ¿esa decisión es un criterio definido o realmente está basada en una experiencia positiva a la que acompañó esa música?, ¿es en realidad la música favorita de otra persona a la que quieres o admiras y decidiste que esa debía de ser la tuya?, ¿has escuchado muchas músicas (teniendo presente que se han categorizado cerca de 2500 géneros) para poder decir que esa es la que realmente te place por determinadas razones?; ¿y por qué esa que te gusta hace de menos a otro género musical diferente y que sin razón aparente detestas sin siquiera haberlo escuchado detenidamente? 

Esto tan solo es una pequeña muestra que define cómo el sesgo de confirmación nos limita como personas, y que en pos de un mundo mejor, debemos saber ubicar cuando ocurre y luchar contra este cada vez que se nos presente. La siguiente cuestión sería clara: ¿Dónde puede encontrarse uno limitado por el sesgo de confirmación? Pues prácticamente en todo, ejecutado sobre todo por el estrato social alto, que se alimenta del sesgo de confirmación para ganar dinero y apoyo.


Las redes sociales


Lo más normal es que sigas en una red social, como por ejemplo X, a personas que comparten tus opiniones políticas. Cuando ves una noticia que respalda tu punto de vista, es probable que le des “me gusta” o la compartas. En cambio, si ves una noticia que increpa a tus creencias, tal vez ignores esa publicación o la descartes como poco confiable. Ten presente que este comportamiento refuerza tus opiniones existentes, y los que se benefician son otros. Mientras, desechas cualquier información que cuestione tus razonamientos y que quizá son tan o más veraces que ellos.

La medicina


Si alguien cree firmemente en los beneficios de un tratamiento alternativo para una enfermedad, es probable que busque testimonios o estudios que la respalden. En cambio, evitará considerar investigaciones científicas que demuestren que el tratamiento no es efectivo o que incluso es peligroso. Por lógica, nunca habría que dar veracidad absoluta a la medicina milagrosa.

Las relaciones personales



Si piensas que un amigo o amiga es una persona honesta, es probable que recuerdes con detalle los momentos en que esa persona te mostró su honestidad y descartarás cualquier ocasión en que actuó de manera deshonesta con alguien. Ten siempre presente que la próxima persona con la que podría ser deshonesta, es contigo.

La política



Este es, sin duda, un pilar fundamental de nuestros tiempos en cuanto al sesgo de confirmación. Los votantes de un partido político pueden ver solo noticias que favorezcan a su partido y desacreditar aquellas que critican sus políticas o a sus líderes. Si un político de tu partido favorito hace una declaración controvertida, es posible que busques fuentes que justifiquen esa declaración o la minimicen, mientras que una declaración similar de un político de otro partido será vista de manera más crítica. Este comportamiento refuerza la polarización y dificulta el diálogo constructivo. En cualquier caso, recuerda que sea cual sea tu dirección política, los partidos políticos son empresas, y como tal, bastante deshonestas por su naturaleza; por lógica, es menester no confiar ciegamente en uno o cerrarte solo a esa única elección.

Juicios y decisiones legales



Como en el caso de 'Jurado nº2', en un juicio, un jurado puede ser más propenso a recordar las pruebas que apoyan la culpabilidad de un acusado si ya tienen la creencia de que la persona es culpable. Del mismo modo, si piensan que el acusado es inocente, tenderán a ignorar las pruebas que sugieren lo contrario. No hay que perder de vista (como hace el protagonista) que estas decisiones influyen en vidas humanas.


La religión



En España, a pesar de ser un país aconfesional, todos somos muy del cristianismo. Nuestra cultura gira en torno a esta creencia y hasta hace unos años, se miraba por encima del hombro a los bebés que no se bautizaban. El monopolio y el nacionalismo siempre fue clave de su éxito. Podríamos entrar en muchos detalles para cuestionarla, pero lo que hay que tener claro en lo que respecta al tema tratado es que si solo hay una religión, solo puedes ser de esa, y si todo el mundo es de esa... 


Los videojuegos



El caso de la saga Assassin's Creed es un ejemplo claro de cómo el sesgo de confirmación afecta a  nuestra percepción de los videojuegos. Las primeras entregas de la saga, especialmente las protagonizadas por Ezio, fueron ampliamente aclamadas y adquirieron un estatus casi mítico. Esto estableció una creencia colectiva de que estos juegos eran inmejorables, pero objetivamente dejaban bastante que desear. Sin embargo, cuando llegaron títulos como Syndicate o Unity, que introdujeron mecánicas más complejas y visualmente avanzadas, estos juegos comenzaron a recibir críticas negativas centradas en los bugs (los fallos de programación) y en que "la fórmula se había vuelto repetitiva".

Las críticas empujaron a Ubisoft (la compañía del juego) a cambiar el enfoque de la saga, introduciendo un nuevo estilo de juego con un género más orientado a la exploración y el rol en títulos como Origins y Odyssey. Aunque muchos fans pedían innovación, fueron las mismas voces críticas que comenzaban a despreciar la fórmula anterior quienes ahora atacaban el cambio, argumentando que la saga había perdido su esencia. Y todo el mundo opinaba igual.

Más tarde, cuando lanzaron Assassin's Creed Mirage, diseñado para imitar la jugabilidad de los títulos originales, las opiniones nuevamente cayeron en el ciclo del sesgo. Influencers y jugadores comenzaron a elogiar las animaciones de Unity, el juego que años atrás fue criticado masivamente, diciendo que eran superiores a las de Mirage. Este cambio en la percepción llevó a un aumento repentino en las ventas de Unity, incluso incrementando su precio en plataformas como Amazon, a pesar de que seguía siendo el mismo producto criticado de años atrás.

Es muy de nuestros días depositar nuestro criterio en el influencer de turno, pero recuerda que, en la mayoría de los casos, este está pagado para hacerte pensar como quieren, y además, probablemente no tenga un criterio férreo con respecto a nada debido a (en la mayoría de ocasiones) su juventud y su falta de experiencia.

Juegos como los de la saga 'Like a Dragon' (a pesar de ser sagas diferentes con enfoques diferentes) siguen un poco la estela de lo que ocurre con la saga de Asassin's Creed, siendo juegos que siempre son iguales, pero que evolucionan y mejoran poco a poco mecánicas entre juegos. Por algún motivo, estos juegos, que tienen menos alcance, no han recibido ninguna crítica, más bien todo lo contrario.

El racismo


En casi cualquier parte del mundo, es común que la gente culpe a los extranjeros de ser el origen de muchos problemas, sobre todo delincuencia. Esta idea suele estar entre las principales inquietudes de la población, y en prácticamente todos los países encabeza las encuestas de preocupación de la ciudadanía. Esto pasa porque las personas tienden a recordar y dar más importancia a las noticias o historias que refuerzan esa creencia, mientras ignoran datos que demuestran lo contrario. Incluso muchas veces se aferran a estadísticas que pueden estar manipuladas para apoyar esa percepción.

Sin embargo, estudios realizados por diversas instituciones han demostrado que las tasas de criminalidad entre las comunidades inmigrantes suelen ser iguales o incluso más bajas que las de los ciudadanos nacidos en el país. A pesar de esto, los medios de comunicación y algunas figuras públicas suelen destacar incidentes aislados que involucran a inmigrantes, lo que refuerza la idea equivocada de que inmigración y delincuencia tienen relación.

Esta percepción errónea no solo afecta a la manera en que se trata a los inmigrantes, sino que también influye en la creación de leyes y políticas que se vuelven más estrictas y discriminatorias, basadas en miedos que no tienen fundamento. Además, este prejuicio alimenta la hostilidad hacia los inmigrantes, dificultando su integración y manteniéndolos atrapados en un ciclo de exclusión y rechazo; y por ninguna cabeza pasa la idea de que precisamente eso sea lo que esté dando lugar a la delincuencia de las sociedades inmigrantes.

Experimentos y estadísticas


Un investigador que está convencido de una idea puede interpretar los resultados de un experimento o una estadística de forma que parezcan confirmar su hipótesis, aunque los datos no sean claros o incluso indiquen lo contrario.

Si analizamos, por ejemplo, el tema de la inmigración en Estados Unidos en relación con el punto anterior, encontramos que el 13.7% de la población del país está compuesta por inmigrantes. Dentro de este grupo, las tasas de encarcelamiento revelan que los inmigrantes indocumentados tienen una tasa del 0.85%, mientras que los inmigrantes legales presentan una tasa del 0.47%. En comparación, los ciudadanos nacidos en Estados Unidos tienen una tasa de encarcelamiento del 1.53%. Esto sugiere que, en general, los inmigrantes son menos propensos a cometer delitos que los ciudadanos nativos.

Sin embargo, aunque la tasa sea menor que los nativos, es cierto que los inmigrantes indocumentados tienen una tasa de delincuencia más alta que los documentados. Este dato podría llevar a la conclusión de que los indocumentados suponen un problema, pero también es posible que esta diferencia se deba a la falta de integración social, que genera condiciones que aumentan la probabilidad de conflictos. Es decir, más que un problema relacionado a los indocumentados, podría tratarse de un fallo en el sistema de integración, que eleva su vulnerabilidad y, por ende, su tasa de delincuencia.

Además, los inmigrantes representan el 17% de la fuerza laboral total en Estados Unidos, lo que significa que, proporcionalmente, trabajan más inmigrantes que ciudadanos nativos.

Y claro, algunos podrían cuestionar estas estadísticas argumentando que, dado que los inmigrantes representan un menor segmento de la población, si se realiza una comparación directa se podría magnificar su impacto de manera injusta. Sin embargo, los datos han sido ajustados proporcionalmente, y siguen mostrando que los ciudadanos nacidos en Estados Unidos tienen tasas de encarcelamiento más altas en términos relativos. Esto indica que los prejuicios sobre los inmigrantes como fuente principal de problemas no tiene fundamento.

Como conclusión, podríamos afirmar que si alguna vez ves a un americano quejarse sobre la inmigración, según una estadística bien entendida (y no como quieren algunos que se entienda), este americano es racista. Y esto se puede extender a otros paises.

La música


Se hablaba de ello en el párrafo inicial, pero podríamos ir a más. Si eres fan de un género musical específico, como el rock, y ves una reseña de un álbum nuevo de una banda de pop, si esta reseña fuera negativa, es probable que la uses para reafirmar tus gustos por el rock, sin escuchar el disco. Sin embargo, si la reseña de un álbum de rock es positiva, es probable que la aceptes sin cuestionarla, convencido de que tienes razón al disfrutar de ese tipo de música aunque el álbum es posible que no te guste.


El sesgo de confirmación en el cine de Clint Eastwood 


Conociendo todo esto y a modo de conclusión, es destacable mencionar que la última película de Clint Eastwood no es solo una película más del director. Esta película parece dar a entender, por alguna razón, que realmente fuera su última película. Si profundizamos en ella, es una lección de cómo tratar un guion de forma clásica adaptada al cine actual, pero sobre todo, de como funciona el ser humano. Al principio decíamos que el cineasta nos muestra el sesgo de confirmación explicado durante el metraje, pero en realidad, lo que está haciendo es enseñarnos a cómo usar ese sesgo en el cine y como afecta a las personas; nos está diciendo cómo funciona su estilo, nos está diciendo que es consciente del uso de un sesgo de confirmación.

Con esta película, da sentido a por qué sus trabajos son como son. Eastwood siempre muestra habilidad para equilibrar la complejidad emocional con la narrativa haciendo que sus películas creen una conexión con su espectador. En lugar de centrarse únicamente en la acción, Eastwood pretende hacer reflexionar.

Lo que marca la diferencia en el cine de Clint Eastwood es su capacidad para contar historias que, a pesar de estar profundamente arraigadas en la cultura americana (que es, a fin de cuentas, de lo que sabe), se puede extrapolar a temas más universales. A través de sus personajes, que luchan con sus dilemas internos, Eastwood da al espectador algo con lo que pensar; entrega un puzle que está completo, pero al que se le puede poner más piezas si el espectador quisiera. Y todo esto lo hace funcionar de la siguiente manera:

Narrativa



La narrativa de Clint Eastwood se caracteriza, sobre todo, por su sencillez y profundidad, donde cada historia está creada de forma clara, sin adornos innecesarios. No busca sorprender con giros complicados o tramas enrevesadas, sino que se enfoca en contar historias que impactan. En sus películas, lo importante son los personajes y sus luchas; busca por este medio una conexión emocional entre el espectador y la película. La trama avanza a un ritmo pausado, permitiendo que el público se involucre y empatice con la obra. Prefiere dejar que los momentos se desarrollen de manera natural, construyendo una narrativa lenta pero que crece de forma constante, siempre apuntando a lo que es más esencial basándose en los tres conceptos fundamentales de su temática.


Temática



Las películas de Eastwood se centran en tres conceptos clave: moralidad, justicia y sacrificio. En sus historias, los personajes se enfrentan a dilemas de gran magnitud, pero profundamente humanos. Pese a todo, estas situaciones son tratadas de una forma cercana y realista. Los conflictos internos de los personajes ponen a prueba su integridad, mostrando cómo se desarrollan y enfrentan situaciones que pretenden desmontar sus principios, haciendo que la lucha entre lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, sea el verdadero motor de la historia.



Personajes


Los personajes que crea Eastwood, en su mayoría hombres, son complejos y profundamente humanos. Son personas reflexivas, a menudo solitarias, más bien figuras conservadoras que se alejan del estereotipo de héroe, presentándose como antihéroes que luchan con sus propios conflictos internos. Lo que involucra al espectador es que, a pesar de sus luchas internas, son personas comunes y corrientes, con los que cualquiera podría identificarse pese a todo. En lugar de mostrarlos como figuras infalibles, Eastwood se centra en sus debilidades, en cómo enfrentan situaciones difíciles y en cómo tratan de conciliar esto con su propia identidad. Estos personajes no son perfectos, y esto los hace puros; eso es lo que les otorga una gran carga emocional y hace que su historia cale en la audiencia.


Puesta en escena


En cuanto a la puesta en escena, Eastwood opta por un estilo sobrio y natural que hace recaer todo el peso en los actores. Sus escenas están pensadas para que los personajes sean los protagonistas, sin distracciones visuales innecesarias. No hay espacio para planos complicados ni escenas sobrecargadas de efectos visuales; todo es minimalista y directo, y eso da a sus películas una sensación de atemporalidad. La simplicidad de su enfoque permite que la emoción y la tensión surjan de manera orgánica, sin la necesidad de adornos visuales que puedan restarle importancia a la carga dramática. Cada detalle está pensado para servir al relato y a los personajes. El cine de Eastwood es todo hueso.


Desarrollo


Eastwood tiene claro que la paciencia es fundamental a la hora de contar una historia. En sus películas, nada ocurre de manera apresurada; todo se cuece a fuego lento, pero siempre con un crecimiento constante. La trama avanza sin prisas, permitiendo que los personajes se desarrollen de forma natural y que las tensiones se acumulen poco a poco. Este ritmo pausado no significa que carezca de acción, más bien que presume de estirar la intriga, para que cada momento tenga su peso y el clímax se sienta más fuerte por la espera. Es un estilo que requiere del espectador estar atento, tranquilo, para que, a cambio, la historia te permita desarrollar su intriga.

Guion


A Clint Eastwood le gusta que sus películas terminen con un sabor agridulce, como la vida misma. Pero más allá de eso, busca que el espectador pueda completar o continuar la historia de acuerdo a su propia interpretación. Esto es su clave para lograr una conexión con el público: su cine deja espacio para que cada persona aporte su propio punto de vista, y que sea él o ella quien juzgue teniendo presente la influencia de sus propias creencias y experiencias. Eastwood no da respuestas absolutamente definitivas, sino que ofrece posibilidades, y es el espectador quien, basándose en su propio sesgo de confirmación, decide cómo entender los elementos de la película. Así, sus guiones funcionan como un punto de partida para la reflexión, donde cada uno puede encontrar su propia verdad. Es por ello que surge el debate, y es por eso que tiene cabida a que pueda gustar a un mayor número de personas con pensamientos absolutamente diferentes. 


Algo a destacar: si has llegado hasta aquí pensando que Clint Eastwood siempre fue una figura ejemplar que defiende la igualdad y el entendimiento, es importante tener presente que no es del todo cierto, o eso se pensó siempre en vista de sus actos.

Eastwood
siempre ha sido republicano, o lo que en España entendemos como un conservador (muy conservador), y en su día apoyó abiertamente a Donald Trump cuando no era nada popular hacerlo. Incluso, cuando lo llamaron racista por ello, él respondió algo como: “Si apoyarlo me hace racista, entonces lo soy”, restándole importancia.

Cuando Trump ganó las elecciones de 2016, la sorpresa fue mayúscula. En el fin de su mandato, los números indicaban que su gobierno redujo el desempleo, pero también dejó al país más dividido que nunca. Al principio, Eastwood lo respaldó por sus acciones para el país, pero al poco tiempo empezó a criticar sus formas y su actitud, lo que no sentó nada bien a Trump, que llegó a burlarse de él en su discurso (cosa que suele hacer de forma sistemática con cualquiera que se le oponga).

Con todo esto, Eastwood terminó arrepintiéndose de haberlo apoyado. Cambió de rumbo y mostró su apoyo a Michael Bloomberg, a quien consideraba una opción más razonable y equilibrada. Bloomberg, pese a ser un calco de Trump, era demócrata (como lo era Obama o Biden; una suerte de derecha moderada con políticas sociales, lo más parecido que tienen a lo que entendemos los europeos por socialismo).

¿Qué está pasando entonces? ¿Eastwood también cayó en su propia trampa al no ver cómo Trump utilizaba el sesgo de confirmación para guiar a su país? ¿o acaso Eastwood es, como sus personajes, un conservador al que los hechos le hacen cuestionar que sus ideales no son del todo correctos? ¿Es, su última película, su manera de hacérnoslo saber? Sea como fuere, Eastwood representa a la perfección al patriota y ciudadano americano: alguien orgulloso de su país, pero que siente que ese orgullo lo está llevando por un camino que no parece del todo correcto. Y en su cine, desde hace muchos años, lo cuenta y lo retuerce hasta las consecuencias más amargas.

Y es que Clint Eastwood será uno de esos directores que dejarán huella para siempre. Su capacidad para conectar con el público será testimonio de su genialidad como narrador y su compromiso con lo veraz. Eastwood, con todo y siempre fiel a sí mismo, ha demostrado que el cine no necesita adornos ni artificios para ser bueno; basta con una narrativa honesta, personajes complejos y una idea clara. A sus más de noventa años, sigue siendo ejemplo de integridad artística y resiliencia, recordándonos que el verdadero cine es aquel que, como él, desafía. Y si piensas lo contrario, anda, y alégrame el día.

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